sábado, 21 de septiembre de 2013

Mini cerebros


En el mes de agosto apareció en la prestigiosa revista, "Nature", un artículo en el que Madeline A. Lancaster y su equipo demostraban la creación de un mini cerebro a partir de células madre de la piel. La noticia es, en sí misma, impactante, pero en esta breve referencia nos gustaría intentar situarla en sus verdaderos límites. Ya antes se habían conseguido tejidos asemejando a los de la corteza cerebral y asemejando a una retina humana (Eiraku et al.) pero, sin duda, aquí la clave para conseguir esta estructura parece no haber estado tanto en el gel utilizado para aposentar la misma, como en el sistema para aportar nutrientes y oxígeno, tal y como se puede apreciar en la foto de arriba de Renner. La estructura creció unos 4 milímetros durante 10 meses y, como señala Knoblich, este pequeño tamaño alcanzado pudo deberse a la ausencia de capilares sanguíneos en su interior. Esto nos lleva a plantearnos si en un futuro cercano existirá la posibilidad de mezclar células madre de tejidos diferentes que den lugar a una mayor diferenciación. Se ha comprobado cómo un tejido de la piel ha sido capaz de generar esta microestructura pero necesitamos vasos sanguíneos que la rieguen, que permitan su viabilidad y que, en definitiva, la diferencien. ¿Cómo lograr esto?
Mucho más interesante parece la segunda parte del experimento: el uso de células madre procedentes de la piel de un sujeto con microcefalia. El "cerebro" en cultivo de esta persona creció menos que el "cerebro" generado a partir del tejido de la piel de la persona sin ese problema. Y aquí sí que hay un verdadero filón porque la cuestión no es tanto el modelar tejidos que se autoorganizan a partir de células madre, como el usar tejidos de sujetos con desórdenes neurológicos y seguir el ensamblaje de los mismos, como contrapuestos a la configuración adquirida por los tejidos cultivados de individuos sanos. Así puede seguirse el desarrollo temprano y diferenciado de las células madre neuronales. De hecho, en el experimento relatado se suprimieron las células progenitoras del crecimiento cerebral en el tejido procedente del sujeto con microcefalia.
Más allá de si a medio o largo plazo podemos "fabricar" estructuras anatómicas complejas y diferenciadas como el cerebro u órganos completos como el hígado o el riñón para realizar transplantes, el reto parece estar en la continua necesidad de alimentación de estas estructuras y en lo que también señala el propio Knoblich: en que las señales de crecimiento de los órganos parecen enviarse desde otras partes del cuerpo y, obviamente, no solo desde el interior de los tejidos que se van autoorganizando. En cualquier caso y a pesar de que, como subraya Kriegstein, estamos en los primeros estadios de la investigación, el reto parece fascinante si el proceso de diferenciación y de mantenimiento de las estructuras generadas, se puede controlar de una manera más precisa.

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